Sentimos vergüenza de nuestro hijo cuando nos sentimos decepcionadas. Si nos pasa a menudo, será necesario revisar nuestras expectativas.
Un ataque de vergüenza
Lo recordaré toda la vida.
La maestra de la guardería me dijo que mi hijo arañaba los demás niños.
Y yo sentí una vergüenza inmensa. No sabía dónde ponerme.
Y eso que ella estaba tranquila, me dijo que era normal, que no les había comentado a los otros padres, y que estaba trabajando para ver qué pasaba. Que no me preocupara.
Pero yo seguía avergonzada de que mi hijo hiciera daño a otros niños y que fuera mirado mal por los otros padres.
Vamos, que si mi hijo me hubiera arañado a mí en ese momento … ¡no habría salido sangre!
Una mirada superficial
Ahora, tantos años después, puedo ver el esfuerzo que suponía para mi hijo integrarse en su grupo en la guardería. Como quien dice, acababa de llegar a Barcelona desde Bogotá. Había dejado atrás la lengua, el entorno, el tipo de relación que tenía con su hermanita, la familia de acogida. Nos lo habíamos llevado hacia Barcelona y, encima, estaba muchas horas en ese entorno diferente.
Pedíamos mucho a un niño previamente maltratado por la vida … pero yo, en ese momento, no era plenamente consciente de ello. Esperaba que se comportara como los demás niños. Ya sabía que en casa era, a veces, agresivo … pero esperaba que en la guardería fuera “normal”.
Y la decepción me hizo sentir vergüenza.
Quizás tú también te has avergonzado del comportamiento de tu hijo adoptado o con dificultades.
O te avergüenzas.
Y, cuando estás avergonzada, te cuesta más tener claro que todo comportamiento es comunicación.
Y que, con sus reacciones, nos está queriendo expresar que algo no va bien.
Darle la vuelta a la vergüenza como a un calcetín
La vergüenza es una emoción dolorosa y desagradable.
Y que nos puede hacer quedar “fuera de juego”.
Yo estoy aquí para invitarte a no quedarte atrapada en ella, como me quedé yo.
De hecho, mi propuesta es que hagas de ella tu aliada para profundizar en la aceptación de tu hijo, tal como es.
Porque, al fin, es la única manera posible de quererlo.
En este vídeo y podcast te cuento de qué dos maneras estos comportamientos nos hacen sentir vergüenza. Y aprenderás que esta vergüenza puede ser una gran aliada para que aceptes tu hijo tal como es. Para cambiar la forma en que lo miras y poderlo acompañar mejor.
¡Pasa a la acción!
¿Te gustaría cambiar la mirada sobre tu vergüenza?
¡Baja tu recordatorio gratuito de cómo es tu semáforo en rojo que te avisa que necesitas cambiar tus expectativas sobre tu hijo!
Y recuerda que…
Cuando tú estás bien, tus hijos están mejor.
Anna Rosa Martínez
hola@demareamarecoaching.com
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